Mis primeros recuerdos van ligados a la casa del cerro Placeres con su hibiscus de flores rojas, su parrón y su inmenso laurel que se remecía con el viento sur que sopla en Valparaíso por las tardes. Aquella ciudad con sus patios y sus casas fantasmales se me metió en el alma y nunca pude desprenderme de su hechizo, ni siquiera cuando decidí abandonarla. Esas calles estrechas y solariegas se me aparecían en sueños y me perseguían con sus plazas, casas viejas y escaleras interminables. No logré nunca escabullirme de sus telarañas y seguí atrapado en esa suerte de magia irreal que tienen los ascensores y balcones del viejo puerto de Valparaíso.

Manuel Peña Muñoz. Valparaíso, la ciudad de mis fantasmas.